Benavídez ha mantenido una insistente campaña pública para asegurar el combate, generando una narrativa en la que se percibe una evasión por parte del tapatío. David Benavídez ha declarado en múltiples ocasiones su deseo de enfrentar a Álvarez, afirmando que es una pelea que “los fanáticos han estado esperando” y que rompería récords. El mexicoamericano cree que el combate podría concretarse en 2026 y ha llegado a aseverar que Canelo “debería enfrentarse a mí si quiere respeto”. Esta presión es compartida por figuras como el exboxeador Juan Manuel Márquez, quien ha exigido públicamente que se concrete el duelo, señalando que es una petición constante de la afición. Sin embargo, la narrativa ha presentado matices; en un momento de aparente frustración, Benavídez también declaró que Canelo “ya no es prioridad”, sugiriendo que su enfoque podría cambiar hacia la conquista de otras divisiones. Esta dualidad en sus declaraciones es vista por analistas como una estrategia de negociación para aumentar la presión sobre el equipo de Álvarez, manteniendo el combate en el centro de la conversación mediática y consolidándolo como el rival más esperado y, para muchos, el más peligroso para el mexicano en la actualidad.