Las declaraciones de Benavídez oscilan entre la confianza en que la pelea se materializará y la provocación para forzar el combate, generando una narrativa de alta expectativa entre los aficionados. Benavídez ha manifestado consistentemente su deseo de medirse con Álvarez, describiendo el posible duelo como algo que “los fanáticos han estado esperando” y proyectando que podría ocurrir en 2026, rompiendo récords de audiencia.

Su estrategia mediática parece diseñada para mantener la presión sobre Canelo y su equipo.

Esta campaña incluye declaraciones calculadas que varían en tono; por un lado, ha afirmado que la pelea con Canelo “ya no es prioridad”, sugiriendo que su carrera avanzará con o sin el tapatío. Sin embargo, en otras ocasiones, ha adoptado una postura más desafiante, declarando que Canelo “debería enfrentarse a mí si quiere respeto”.

Esta dualidad en sus mensajes mantiene el interés público y posiciona a Benavídez como un retador ineludible en la división. La insistencia de Benavídez es tal que su nombre también es mencionado por promotores como una de las “grandes peleas” que buscan otros campeones como Dmitry Bivol, lo que subraya su estatus como un contendiente de élite cuya confrontación con Álvarez es una de las más demandadas en el boxeo actual.