Esta declaración establece un horizonte temporal claro para los últimos capítulos de su trayectoria. Si cumple con su palabra, al tapatío le quedarían aproximadamente dos años en activo, lo que se traduciría en un número limitado de combates, posiblemente no más de seis. Esta planificación estratégica le permitiría gestionar el final de su carrera en sus propios términos, seleccionando peleas que sean significativas para su legado y que representen un desafío adecuado para su etapa como veterano. La decisión de poner una fecha a su retiro también intensifica el interés en cada una de sus próximas apariciones, ya que los aficionados son conscientes de que están presenciando las últimas actuaciones de una de las figuras más dominantes del boxeo en las últimas décadas. Este plan de retiro coincide con las recomendaciones de figuras como Joe Calzaghe, quienes le aconsejan no extender su carrera innecesariamente, y al mismo tiempo, abre la puerta para que la nueva generación de pugilistas mexicanos comience a posicionarse para tomar el relevo.