Estos hechos, según analistas, sirvieron como una advertencia crucial para las autoridades.

La cancelación fue descrita como una decisión difícil pero correcta, donde se antepuso la integridad de las personas a pesar del costo político y social. Previo al anuncio, la decisión de mantener los festejos había sido criticada por sectores de la sociedad, quienes señalaban la incongruencia de celebrar ante las alarmantes cifras de casi 2,000 asesinatos y cerca de 3,000 desapariciones desde septiembre de 2024.

Incluso, se reportó que Miguel Bosé había reconsiderado su participación, aunque después la ratificó tras negociaciones sobre su seguridad.