Ibarra confirmó que no se obligaría a los conductores a trabajar y que no habría represalias si decidían no prestar el servicio.

La decisión final, según el sindicato, recaería en cada chofer, quienes podrían optar por suspender la operación a última hora si percibían un riesgo para su seguridad o la de los pasajeros. Los choferes alegaron haber recibido amenazas anónimas y señalaron el peligro recurrente de vandalismo en colonias populares durante la madrugada, lo que motivó su rechazo inicial a la solicitud de extender los horarios.