Un ataque armado contra el vehículo en que viajaba la nieta del gobernador Rubén Rocha Moya ha puesto de relieve la grave crisis de seguridad en Culiacán, generando un debate sobre la versión oficial de un intento de despojo y la vulnerabilidad de la ciudadanía. El 23 de septiembre, una camioneta Jeep Cherokee blanca, asignada a Eneyda Rocha Ruiz, presidenta del DIF estatal e hija del gobernador, fue baleada en el bulevar Jesús Kumate. En el vehículo viajaba su hija menor de edad, quien resultó ilesa, pero dos de sus escoltas de la Policía Estatal Preventiva fueron heridos, uno de ellos de gravedad. El gobernador Rocha Moya confirmó el suceso a través de sus redes sociales, calificándolo como un “intento de despojo de camioneta”.
Esta versión fue respaldada por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien afirmó que “parece que la causa fue el robo del vehículo”, aunque sin descartar otras hipótesis. Sin embargo, esta narrativa ha sido cuestionada por analistas y figuras de la oposición, como el senador Ricardo Anaya y el periodista Raymundo Riva Palacio.
Cuestionan por qué los atacantes dispararían repetidamente contra el vehículo, dejándolo inutilizado, si su objetivo era robarlo.
Riva Palacio sugiere que “los balazos en la ventana de atrás y la forma como los tiros están alineados sugieren manos expertas, que realizaron una acción con un objetivo: la menor”. El incidente, que coincidió con una reunión del gabinete de seguridad federal en Culiacán encabezada por Omar García Harfuch, evidencia la audacia de los grupos criminales y la persistente violencia que azota a la entidad, atribuida a una pugna interna del Cártel de Sinaloa. El caso también subraya la disparidad en seguridad, ya que la nieta del gobernador se salvó gracias a un vehículo blindado y escoltas, una protección inaccesible para la gran mayoría de los ciudadanos.
En resumenEl ataque al vehículo que transportaba a la nieta del gobernador, clasificado oficialmente como un intento de robo, ha generado serias dudas y ha expuesto la profundidad de la crisis de seguridad en Culiacán. El incidente demuestra la osadía de los grupos delictivos y la violencia endémica que persiste a pesar de las narrativas oficiales y los despliegues de seguridad, al tiempo que resalta la brecha en la protección entre los funcionarios y la ciudadanía.