Un ataque armado en la colonia San Rafael cobró la vida de dos agentes de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, lo que desencadenó una intensa movilización de fuerzas federales y estatales que culminó con la detención de cuatro sospechosos en el centro de la ciudad. La jornada del viernes 17 de octubre se tornó especialmente violenta en Culiacán tras el homicidio de los agentes Luis Alberto Morán Ramírez, de 45 años, e Iris Irene Félix Acosta, de 39 años, quienes se encontraban realizando labores de patrullaje en la unidad oficial 708-A. El ataque directo activó una respuesta inmediata y coordinada del Grupo Interinstitucional, que incluyó un despliegue masivo por tierra y aire con elementos del Ejército, Guardia Nacional y policías de los tres niveles de gobierno, apoyados por un helicóptero. Los agresores, que inicialmente viajaban en un Jeep Rubicon blanco con reporte de robo, lo abandonaron para despojar a un civil de un Toyota Corolla y continuar su huida.
Sin embargo, el cerco policiaco-militar logró interceptarlos en el cruce de la avenida Álvaro Obregón y el bulevar Leyva Solano. En el lugar fueron detenidos cuatro hombres que vestían pantalones de tipo militar.
Durante la inspección del vehículo, las autoridades aseguraron un arsenal considerable que incluía seis armas largas, cuatro armas cortas, cuatro granadas, 35 cargadores y cofres para ametralladora.
Este suceso, ocurrido casi simultáneamente con una riña mortal en el penal de Aguaruto, sembró tensión en la capital. Un artículo de opinión destaca la aparente indiferencia de la ciudadanía ante la violencia, sugiriendo una peligrosa normalización: "Pareciera que los culiacanenses estuvieran normalizando la violencia.
Y esto último es delicado.
Cuando uno pierde su capacidad de asombro, entonces veremos que los asesinatos, balaceras y enfrentamientos son ya normales".