De manera similar, el sector de esparcimiento ha sufrido un duro golpe. Docenas de bares, antros y restaurantes han cerrado, y los que permanecen abiertos reportan una caída de ventas de hasta el 70%. Mariano Padilla, propietario de un restaurante, señaló que su “ticket promedio ha bajado drásticamente (...) a la mitad de lo que traíamos”. David Cisneros, investigador de la UAS, explicó que estos negocios dependían de una clientela que consumía grandes cantidades, gastando “en una sola sentada entre los 60 mil, 80 mil pesos”. La inseguridad también ha afectado a pequeños negocios, como el icónico puesto de raspados "Doña Choko", que anunció su cierre temporal tras 25 años debido a las bajas ventas y el clima de violencia. Esta crisis económica se enmarca en un contexto más amplio de desconfianza para la inversión; Sinaloa registró su peor arranque en inversión extranjera directa en 16 años, una caída que coincide con el inicio de la pugna criminal.