Este acto representa un golpe significativo a las estructuras logísticas y financieras del crimen organizado que opera en la región. La diligencia, supervisada por el Órgano Interno de Control de la FGR para garantizar la transparencia del proceso, se realizó en instalaciones especialmente acondicionadas en Culiacán. El material destruido estaba relacionado con diversas carpetas de investigación y fue asegurado en operativos coordinados con el Gabinete de Seguridad del Gobierno de México. En total, se incineraron 941.6 kilogramos y 165.2 litros de clorhidrato de metanfetamina, 919.8 kilogramos de marihuana, y más de 3 kilogramos de clorhidrato de cocaína. Además, se destruyeron casi 80 kilogramos y más de 40 litros de otros narcóticos como plantas de amapola y resina de cannabis.

La operación no solo se centró en drogas; también se destruyeron 347 máquinas tragamonedas, conocidas como