De manera similar, restaurantes de lujo y centros de esparcimiento han visto sus ventas desplomarse. Mariano Padilla, propietario de un restaurante, señaló que su “ticket promedio ha bajado drásticamente (...) a la mitad de lo que traíamos”. Un analista explicó que esta clientela podía gastar entre 60,000 y 80,000 pesos en una sola visita, un nivel de consumo insostenible para el ciudadano promedio.

Estos datos revelan cómo la narcoguerra no solo afecta la seguridad, sino que también desestabiliza la economía formal que, en cierta medida, se había vuelto dependiente de la derrama económica de actividades ilícitas.