La persistente crisis de seguridad en Culiacán y Sinaloa, derivada de una pugna interna del Cártel de Sinaloa que inició en septiembre de 2024, ha trascendido el ámbito delictivo, generando graves repercusiones económicas y sociales. La caída en el flujo de pasajeros aéreos, el declive de industrias locales y el desplazamiento forzado de comunidades son claros indicadores del profundo impacto de la violencia. Datos del Grupo Aeroportuario Centro Norte revelan un notable descenso en la actividad del aeropuerto de Culiacán. Entre enero y septiembre de 2025, el flujo total de pasajeros disminuyó un 2.3% en comparación con el mismo periodo del año anterior. La caída fue aún más pronunciada en el segmento internacional, con un desplome del 13.5%.
Este fenómeno se atribuye directamente a la crisis de seguridad que vive el estado. El sector de servicios también ha sufrido las consecuencias. Clínicas de belleza y salones de estética reportan una “baja histórica en ingresos y personal”, ya que la violencia ha provocado la migración de especialistas y ha ahuyentado a la clientela.
El impacto más dramático se observa en el tejido social con el desplazamiento forzado. Cifras oficiales indican que la “narcoguerra” ha provocado el desplazamiento de 50 comunidades en Sinaloa, con Culiacán como uno de los municipios más afectados. Entre septiembre de 2024 y septiembre de 2025, casi 2,000 familias se vieron obligadas a abandonar sus hogares y tierras debido a la inseguridad, perdiendo su patrimonio y medios de vida.
Estos indicadores demuestran que la violencia no solo se refleja en las estadísticas criminales, sino que también erosiona la economía y desintegra comunidades enteras.
En resumenLa violencia en Culiacán no solo se mide en cifras de homicidios, sino también en el deterioro de su economía y en el drama humano del desplazamiento. La contracción del turismo y de servicios, junto con el abandono de comunidades, demuestra que la inseguridad es un freno para el desarrollo y el bienestar social de la capital sinaloense.