El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, hizo un llamado explícito a la población: “¡ármense!”, argumentando que “las armas salvan vidas”. Por su parte, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, fue más allá, afirmando que la Autoridad Palestina “debería desaparecer del mapa” y pidiendo que los pueblos de donde procedían los atacantes se parezcan a las ciudades devastadas de Gaza.

Estas declaraciones reflejan una profunda división y radicalización en la política interna israelí, en un momento de máxima tensión regional.