Israel llevó a cabo una serie de ataques aéreos contra Saná, la capital de Yemen, y la provincia de Al-Jawf, ambas controladas por los rebeldes hutíes. La ofensiva, que según los hutíes dejó al menos nueve muertos y 118 heridos, marca una significativa expansión geográfica del conflicto, llevando las represalias israelíes directamente a territorio yemení. El ejército israelí confirmó los ataques, declarando que sus objetivos eran “militares” y que la operación fue una respuesta a los recurrentes lanzamientos de drones y misiles por parte de los hutíes hacia Israel. Entre los blancos se encontraban campamentos militares, una sede de relaciones públicas del ejército hutí y una instalación de almacenamiento de combustible.
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, afirmó: “Prometimos más ataques y hoy asestamos un duro golpe a la organización terrorista hutí en Yemen”. Los hutíes, respaldados por Irán, han estado atacando territorio israelí y buques en el Mar Rojo desde noviembre de 2023 en solidaridad con los palestinos en Gaza.
Un portavoz militar hutí, Yahya Sarea, advirtió que “esta brutal agresión no quedará sin respuesta ni impune”.
Este intercambio de ataques directos entre Israel y los hutíes evidencia una peligrosa escalada regional, transformando a Yemen en un nuevo frente activo en el conflicto de Medio Oriente y aumentando el riesgo de una confrontación más amplia que involucre a Irán y sus aliados.
En resumenLos bombardeos de Israel en Yemen representan una escalada directa y una expansión del teatro de operaciones militares más allá de Gaza y sus fronteras inmediatas. Al atacar objetivos hutíes en su propio territorio, Israel responde a las agresiones yemeníes pero también corre el riesgo de desencadenar un ciclo de represalias que podría desestabilizar aún más la ya volátil región del Mar Rojo.