El primer ministro paquistaní, Asim Iftikhar Ahmad, cuestionó si “el regreso de los rehenes realmente era una prioridad” para Israel. El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó la “flagrante violación de la soberanía y la integridad territorial de Qatar”, mientras que Rosemary DiCarlo, directora de políticas de la ONU, advirtió que el ataque “podría abrir un nuevo y peligroso capítulo” en la guerra. Incluso Estados Unidos, aunque evitó una crítica directa, se distanció de la decisión. El presidente Donald Trump la calificó como una decisión exclusiva de Netanyahu y la Casa Blanca la describió como un “incidente desafortunado”. Esta condena generalizada, proveniente tanto de adversarios como de mediadores y aliados, refleja el alto costo diplomático de la estrategia militar expansiva de Israel.