Israel llevó a cabo un ataque aéreo sin precedentes en Doha, capital de Qatar, contra líderes de Hamás que se encontraban discutiendo una propuesta de alto el fuego. La operación, que dejó seis muertos, ha sido condenada enérgicamente por Qatar y la comunidad internacional, poniendo en jaque las negociaciones de paz y tensando las relaciones con Estados Unidos. El ataque tuvo como objetivo una reunión de la delegación negociadora de Hamás. El grupo islamista confirmó la muerte de seis personas, entre ellas Hamam Khalil al Hayya, hijo del jefe negociador, pero aseguró que los líderes principales sobrevivieron.
También falleció un agente de seguridad qatarí.
El primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman al Thani, calificó la acción de “terrorismo de Estado” y una “agresión flagrante” contra su soberanía, afirmando que el ataque “mató toda esperanza para los rehenes”. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, justificó la operación como respuesta a un atentado en Jerusalén y asumió la “responsabilidad total”.
La reacción de Estados Unidos fue matizada; la Casa Blanca informó que Israel le notificó con antelación, pero el presidente Donald Trump expresó su descontento, calificándolo de “incidente desafortunado” y afirmando que “no estoy muy contento”. El ataque provocó una condena generalizada en el mundo árabe e islámico y fue el catalizador para una cumbre de emergencia en Doha, donde se pidió la exclusión de Israel de la ONU. La acción ha sido vista como un intento deliberado de sabotear los esfuerzos de mediación liderados por Qatar, Egipto y Estados Unidos.
En resumenEl ataque de Israel contra líderes de Hamás en Doha ha provocado una grave crisis diplomática, saboteando las negociaciones de paz y generando una condena internacional generalizada. La acción, justificada por Netanyahu pero criticada incluso por su aliado estadounidense, pone de manifiesto la estrategia de Israel de atacar a sus enemigos en cualquier lugar, a riesgo de desestabilizar aún más la región.