Fátima Lubbad, una madre que huyó a pie, describió la situación como “vivir el juicio final o el infierno”. La destrucción de infraestructura es generalizada, incluyendo el ataque a edificios del campus de la Universidad Islámica de Gaza, que servían de refugio para desplazados. La operación busca tomar el control total de la ciudad, donde se estima que permanecen entre 2,000 y 3,000 combatientes de Hamás, operando principalmente con tácticas de guerrilla.