La población civil enfrenta una hambruna declarada, el colapso casi total del sistema sanitario y ataques directos contra instalaciones médicas, que agravan el sufrimiento.

Uno de los incidentes más graves ha sido el bombardeo al hospital infantil Abdelaziz al Rantisi en Ciudad de Gaza, el único centro que ofrecía tratamientos oncológicos y diálisis.

Según informes, solo la mitad de sus 80 pacientes pudo evacuar, dejando atrás a niños en cuidados intensivos y bebés prematuros. Fikr Shalltoot, director en Gaza de Medical Aid for Palestinians, declaró que el ataque “ha vuelto a romper la ilusión de que los hospitales o cualquier lugar en Gaza están a salvo del genocidio de Israel”. A esta situación se suma el creciente número de muertes por inanición y desnutrición, que ha alcanzado las 425 personas, entre ellas 145 niños, como consecuencia del bloqueo a la ayuda humanitaria impuesto por Israel. Las autoridades sanitarias locales también han alertado sobre un aumento en las amputaciones debido a la escasez crítica de medicamentos y sangre, ya que la desnutrición generalizada ha reducido la capacidad de la población para donar. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras han denunciado la pérdida de su personal, con la muerte de su decimotercer trabajador humanitario en un bombardeo reciente.