Países como Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal oficializaron su reconocimiento, y se espera que Francia y otras naciones se sumen.

El primer ministro británico, Keir Starmer, declaró que la medida busca “revivir la esperanza de paz y una solución de dos Estados”. En contraste, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reaccionó con furia, calificando la decisión como una “enorme recompensa al terrorismo” y advirtiendo que “no se establecerá ningún Estado palestino al oeste del río Jordán”.

La respuesta de Israel incluye la amenaza de anexar partes de Cisjordania, lo que pondría en riesgo los Acuerdos de Abraham. Estados Unidos, principal aliado de Israel, desestimó los reconocimientos como “gestos teatrales” y reafirmó que un Estado palestino solo puede surgir de negociaciones directas. Esta postura deja a Washington cada vez más aislado, ya que con el paso de Francia, sería el único miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU sin reconocer a Palestina. La división también es visible en Europa, donde Alemania e Italia se han mostrado reticentes, insistiendo en que el reconocimiento debe ser el resultado de un proceso negociado.

La Autoridad Nacional Palestina, por su parte, celebró los anuncios como un “paso necesario hacia una paz justa y duradera”.