La imagen, que incluye a ciudadanos israelíes, dos estadounidenses y un nepalí, fue publicada con una leyenda que responsabiliza a Netanyahu y al jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, por el riesgo que corren los secuestrados. De manera significativa, la composición visual incluye el retrato en blanco y negro de Ron Arad, un piloto israelí capturado en 1986 cuyo destino nunca fue esclarecido, un mensaje implícito sobre el posible final de los rehenes actuales. Las Brigadas Al Qasam, brazo armado de Hamás, advirtieron que “no obtendréis rehenes, ni vivos ni muertos, y su destino será el mismo que el de Ron Arad”. El testimonio de la exrehén Ilana Gritzewsky corrobora el uso del terror psicológico, relatando cómo sus captores le decían que su novio estaba muerto y que ella permanecería en Gaza durante años. La incertidumbre sobre el número exacto de rehenes vivos, con estimaciones contradictorias incluso por parte de funcionarios estadounidenses, añade confusión y angustia, cumpliendo el objetivo de Hamás de socavar la moral y forzar un cese de las operaciones militares.