Además de su ofensiva en Gaza, Israel ha expandido sus operaciones militares a otros países de la región, llevando a cabo un ataque sin precedentes contra líderes de Hamás en Qatar y bombardeos en Yemen, lo que ha elevado drásticamente la tensión en Oriente Medio. El ataque del 9 de septiembre en Doha, dirigido contra una delegación de Hamás que participaba en negociaciones de paz, fue calificado por Qatar como una “agresión traicionera” y “terrorismo de Estado”. Este bombardeo, que dejó seis muertos, fue condenado por líderes de 50 países árabes e islámicos y llevó a los países del Consejo de Cooperación del Golfo a activar mecanismos de defensa conjunta.
En paralelo, Israel ha intensificado sus acciones contra los rebeldes hutíes en Yemen, quienes han estado lanzando misiles y drones hacia territorio israelí en apoyo a los palestinos.
Aviones de combate israelíes bombardearon el estratégico puerto de Al Hodeida, tras emitir una orden de evacuación. Estas acciones se producen mientras, paradójicamente, se reportan avances en las negociaciones de seguridad entre Israel y el nuevo gobierno de Siria.
El primer ministro Netanyahu mencionó que las victorias militares en Líbano han abierto “una ventana para la posibilidad de paz con nuestros vecinos del norte”, y reveló que existen conversaciones con los sirios, aunque aún es “una visión para el futuro”.
En resumenIsrael está gestionando un conflicto multifrontal que va más allá de Gaza, atacando a adversarios en Qatar y Yemen mientras explora vías diplomáticas con Siria. Esta estrategia de presión militar extendida y diplomacia selectiva ha creado un panorama regional volátil, donde el riesgo de una escalada mayor coexiste con inesperadas aperturas para acuerdos de seguridad.