El portavoz militar israelí, Avichay Adraee, advirtió que las fuerzas actuarían con una “fuerza sin precedentes”. Esta escalada ha provocado un desplazamiento masivo; el ejército israelí estima que 480,000 personas han huido hacia el sur, mientras que Hamás sitúa la cifra en 450,000.

Sin embargo, la huida es un calvario para muchos.

Testimonios como el de Jaled al Majdalawi describen la falta de transporte y los bombardeos “intensos y continuos”, mientras que otros, como Raeda al Amarin, afirman no tener el dinero para evacuar, ya que los costos de transporte se han disparado a sumas prohibitivas de hasta 2,000 dólares. La ofensiva ha dejado un rastro de destrucción, con ataques a edificios residenciales, infraestructura civil y un apagón de comunicaciones que dificulta las labores de rescate. El número de víctimas mortales en Gaza desde el inicio de la guerra ha superado las 65,300, con jornadas en las que se registran entre 50 y 100 muertes diarias. Organizaciones internacionales y la ONU han calificado la situación de genocidio, una acusación que Israel rechaza.