En un giro diplomático significativo, varias potencias occidentales, incluyendo Reino Unido, Canadá, Australia y Francia, han reconocido formalmente al Estado de Palestina. Esta acción coordinada, en el marco de la Asamblea General de la ONU, busca revitalizar la solución de dos Estados y aumenta la presión internacional sobre Israel en medio de su ofensiva en Gaza. El reconocimiento por parte de miembros del G7 y del Consejo de Seguridad de la ONU marca un cambio en el equilibrio de poder diplomático en el conflicto. La medida fue anunciada de manera sincronizada por los primeros ministros Keir Starmer de Reino Unido y Mark Carney de Canadá, quienes argumentaron la necesidad de preservar la viabilidad de una solución de dos Estados ante la expansión de asentamientos israelíes y la crisis humanitaria.
A ellos se sumaron Australia y Portugal, y se espera que Francia, junto con otros cinco países europeos, formalice su reconocimiento durante una conferencia en Nueva York copresidida con Arabia Saudita.
Este movimiento eleva a casi 150 el número de países miembros de la ONU que reconocen a Palestina. La reacción de Israel fue de rechazo categórico.
El primer ministro Benjamín Netanyahu calificó la decisión como una "enorme recompensa al terrorismo" y reafirmó que "no habrá un Estado palestino al oeste del Jordán".
El gobierno israelí, a través de su Ministerio de Exteriores, acusó a estos países de desestabilizar la región y socavar las posibilidades de una paz negociada. Estados Unidos, principal aliado de Israel, también criticó la medida, calificándola de "gestos teatrales" y manteniendo su postura de que el reconocimiento solo debe surgir de negociaciones directas.
La Autoridad Nacional Palestina, por su parte, celebró los anuncios como un "paso necesario hacia una paz justa y duradera", mientras que los palestinos en Cisjordania realizaron marchas para agradecer el apoyo internacional, aunque con escepticismo sobre su impacto inmediato en el terreno.
En resumenEl reconocimiento del Estado palestino por parte de potencias occidentales clave representa un cambio diplomático histórico que aísla a Israel y a su aliado, Estados Unidos. Aunque es en gran medida simbólico, este movimiento aumenta la presión sobre el gobierno de Netanyahu para reconsiderar su postura sobre la solución de dos Estados y pone el tema en el centro de la agenda de la ONU, a pesar de la firme oposición israelí.