Tras el derrocamiento del régimen de Bashar Al-Assad, el nuevo presidente de Siria, Ahmed Al-Sharaa, ha marcado un cambio histórico en la política exterior del país al iniciar conversaciones de seguridad con Israel. En su primera intervención ante la Asamblea General de la ONU en casi 60 años, Al-Sharaa anunció el regreso de Siria a la escena internacional y, aunque criticó los continuos ataques israelíes, confirmó que se están llevando a cabo negociaciones para un acuerdo que podría llevar a la retirada de las fuerzas israelíes y al retorno a un acuerdo de separación de 1974. Este acercamiento representa un giro radical en una relación marcada por décadas de hostilidad.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, también reconoció estas conversaciones, afirmando que las victorias de Israel contra Hezbolá en Líbano "han abierto una ventana para la posibilidad de paz con nuestros vecinos del norte". Aunque calificó el progreso como "una visión para el futuro", el diálogo directo es un avance significativo. Para el gobierno de Al-Sharaa, un acuerdo con Israel podría consolidar su poder, facilitar la retirada de sanciones internacionales y ayudar en la reconstrucción de una economía devastada. Para Israel, estabilizar su frontera norte y desvincular a Siria del eje de influencia iraní es un objetivo estratégico clave.
A pesar de que Al-Sharaa ha aclarado que esto no implica un acuerdo de paz ni la normalización de relaciones, el simple hecho de que se estén llevando a cabo negociaciones directas entre dos enemigos históricos podría reconfigurar el mapa geopolítico de Oriente Medio.
En resumenEl colapso del régimen de Assad en Siria ha creado una oportunidad sin precedentes para un reajuste en las relaciones con Israel. Las negociaciones de seguridad en curso, confirmadas por ambos líderes, podrían transformar una de las fronteras más volátiles de la región, ofreciendo a Siria una vía hacia la legitimidad internacional y a Israel una mayor seguridad en su flanco norte.