El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, también reconoció estas conversaciones, afirmando que las victorias de Israel contra Hezbolá en Líbano "han abierto una ventana para la posibilidad de paz con nuestros vecinos del norte". Aunque calificó el progreso como "una visión para el futuro", el diálogo directo es un avance significativo. Para el gobierno de Al-Sharaa, un acuerdo con Israel podría consolidar su poder, facilitar la retirada de sanciones internacionales y ayudar en la reconstrucción de una economía devastada. Para Israel, estabilizar su frontera norte y desvincular a Siria del eje de influencia iraní es un objetivo estratégico clave.

A pesar de que Al-Sharaa ha aclarado que esto no implica un acuerdo de paz ni la normalización de relaciones, el simple hecho de que se estén llevando a cabo negociaciones directas entre dos enemigos históricos podría reconfigurar el mapa geopolítico de Oriente Medio.