Entre los participantes se encontraban figuras internacionales como la activista Greta Thunberg.

Desde el miércoles 1 de octubre, la marina israelí comenzó a interceptar las embarcaciones, culminando el viernes con la detención del último barco, el 'Marinette', a 42.5 millas náuticas de la costa.

Los más de 400 activistas detenidos, de nacionalidades como Turquía, Estados Unidos, Italia y México, fueron trasladados al puerto de Asdod para ser interrogados y posteriormente deportados. El sábado, Israel ya había deportado a 137 de ellos. Israel justifica estas acciones como una medida de seguridad nacional, argumentando que la ayuda puede ingresar a Gaza a través de canales autorizados y supervisados. Sin embargo, los organizadores de la flotilla la describen como una “misión pacífica y no violenta” que busca romper el bloqueo de 18 años sobre el enclave. El voluntario europeo que formaba parte del proyecto narró antes de zarpar: “No sabemos si llegaremos, pero lo intentamos porque la gente en Gaza no puede esperar”.

Este episodio generó protestas en varias capitales del mundo, donde se exigió el derecho a enviar ayuda humanitaria sin restricciones.