Esta acción reconfigura las alianzas en Medio Oriente y subraya la tensión entre Israel y sus vecinos árabes.

El ataque israelí del 9 de septiembre, que tuvo lugar mientras se celebraban negociaciones de paz sobre Gaza en Doha, provocó una fuerte indignación en el mundo árabe y musulmán, y contribuyó al creciente aislamiento internacional de Israel. En respuesta, Trump rubricó un decreto que establece que “cualquier ataque armado contra el territorio, la soberanía o la infraestructura crítica de Catar se considerará como una amenaza a la paz y la seguridad de Estados Unidos”. La orden especifica que EE.

UU. adoptará “todas las medidas apropiadas, incluidas las diplomáticas, económicas y, si es necesario, militares”.

La firma del decreto se produjo el mismo día en que Trump recibió en la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a quien, según informes, forzó a llamar a su homólogo catarí para disculparse por el ataque. Catar es un aliado estratégico clave para Washington, albergando la base aérea de Al Udeid, la mayor instalación militar estadounidense en la región. Aunque la orden ejecutiva no es un tratado formal, representa un compromiso de seguridad significativo que el gobierno catarí buscaba desde hace tiempo. La medida también se produce en un contexto de creciente tensión regional, con otros países como Arabia Saudita buscando sus propias alianzas de defensa.