Sin embargo, la iniciativa provocó una fuerte reacción interna.

Familiares de los secuestrados y de los soldados en servicio denunciaron el acto como una maniobra de propaganda peligrosa e ilegal. Lishay Miran-Lavi, esposa de un rehén, expresó en la red social X: “Deberían hablarles a los soldados y los rehenes… decirles que el pueblo de Israel está luchando por ellos”. Por su parte, el colectivo de madres de soldados “Ima Era” cuestionó directamente al primer ministro: “¿Durante cuánto tiempo va a usar a nuestros hijos para su campaña personal?”.

Fuentes militares consultadas por el diario *Haaretz* calificaron la iniciativa como “guerra psicológica” y expresaron dudas sobre su beneficio militar real.

Este acto se suma a un conflicto ya marcado por la alta tensión y las repercusiones internacionales, con una ofensiva israelí que ha dejado más de 65,500 palestinos muertos.