Esta postura ha sido interpretada por Netanyahu como un “rechazo disfrazado”.

La presión de Estados Unidos ha sido un factor determinante; Trump emitió un ultimátum a Hamás para aceptar el plan y, simultáneamente, instó a Israel a “detener inmediatamente el bombardeo de Gaza” para facilitar la liberación segura de los cautivos. Como gesto estratégico, Netanyahu ordenó una pausa parcial en los ataques ofensivos, limitando las acciones militares a fines defensivos para facilitar el diálogo.