El gobierno de México reaccionó enérgicamente, enviando cuatro notas diplomáticas y exigiendo la repatriación inmediata de sus connacionales.

La presidenta Claudia Sheinbaum declaró que los activistas “no cometieron ningún delito” y que la ayuda humanitaria “debe llegar a Gaza”.

Tras la detención, surgieron graves acusaciones de abuso.

Activistas deportados a Turquía afirmaron haber sido tratados “como animales”.

En particular, se denunció que Greta Thunberg fue golpeada, arrastrada del pelo, obligada a besar una bandera israelí y recluida en una celda con chinches.

El Ministerio de Exteriores de Israel negó categóricamente estas acusaciones, calificándolas de “mentiras descaradas” y “ridículas”, asegurando que “nunca ocurrieron” y que se están respetando todos los derechos de los detenidos. Como forma de protesta, la organización Global Sumud Flotilla informó que al menos 22 activistas detenidos, incluidos ciudadanos de España, Estados Unidos y Brasil, iniciaron una huelga de hambre, rechazando ser alimentados “por la misma entidad que perpetra una campaña de hambruna genocida contra millones de palestinos”. La Secretaría de Relaciones Exteriores de México informó que su embajador en Israel ha visitado a los detenidos y gestionado la entrega de medicamentos.