Su postura refleja un complejo equilibrio entre la diplomacia internacional y la política interna israelí. Netanyahu ha sostenido que Hamás solo accedió a liberar a los rehenes “cuando sintió la espada sobre su cuello”, atribuyendo el avance diplomático a la contundencia de la ofensiva militar israelí. Al mismo tiempo, ha elogiado a Trump, calificándolo como “el mejor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca” por su papel mediador.

La oficina del primer ministro publicó en redes sociales un mensaje explícito: “Denle el Premio Nobel de la Paz a @realDonaldTrump, ¡se lo merece!”. A esta petición se sumó el líder de la oposición, Yair Lapid. Internamente, Netanyahu ha enfrentado la oposición de los partidos ultraderechistas de su coalición de gobierno, como Poder Judío y Sionismo Religioso, que se oponían al acuerdo por incluir la liberación de prisioneros palestinos. En un giro inusual, durante su discurso en el Parlamento israelí, Trump pidió públicamente al presidente Isaac Herzog que le concediera un indulto a Netanyahu por los tres casos de corrupción en su contra.

Bromeando sobre las acusaciones, Trump dijo: “Cigarros y champán, ¿a quién le preocupa eso?”.

Este gesto subraya la estrecha y a veces controvertida relación entre ambos líderes.