Donald Trump fue la figura central, proclamando que “juntos hemos logrado lo que todos creían imposible.

Por fin tenemos paz en Oriente Medio”.

El acuerdo fue rubricado por los principales mediadores y garantes: Estados Unidos, Egipto, Turquía y Qatar.

La cumbre contó con la presencia de una treintena de líderes internacionales, pero notablemente sin la participación del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ni de representantes de Hamás. El plan de 20 puntos impulsado por Trump se enfoca en el cese de hostilidades, el intercambio de rehenes y prisioneros, y la entrada de ayuda humanitaria. Sin embargo, el documento final se limita a “términos vagos sobre la necesidad de lograr una ‘paz duradera’” y no menciona la solución de dos Estados. El papel de Trump fue tan destacado que el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, anunció su intención de nominarlo nuevamente para el Premio Nobel de la Paz 2026, afirmando que es “el hombre que este mundo necesitaba más en este momento”. A pesar del optimismo, la ausencia de las partes beligerantes y la falta de detalles sobre el futuro gobierno de Gaza y el desarme de Hamás plantean serios interrogantes sobre la sostenibilidad del acuerdo.