Además de estas purgas, se han reportado enfrentamientos armados entre Hamás y clanes locales rivales, como la familia Hilles, en un esfuerzo por eliminar cualquier desafío a su autoridad. La policía controlada por Hamás ha reanudado sus patrullajes, y sus combatientes se han desplegado en puntos estratégicos, especialmente en las rutas de ayuda humanitaria.

Esta reafirmación de control plantea un dilema fundamental para el acuerdo de paz.

Mientras Israel insiste en que la guerra no terminará hasta que Hamás se desarme, el presidente estadounidense, Donald Trump, pareció ofrecer una concesión sorprendente, afirmando que Hamás tiene “una luz verde temporal” para mantener el orden interno.

Trump declaró: “Ellos quieren poner fin a los problemas y han sido abiertos al respecto; les dimos la aprobación por un período de tiempo”. Esta postura de Washington choca directamente con la de su aliado israelí y expone una de las mayores contradicciones del plan de paz, dejando sin resolver la cuestión del futuro poder militar y político en Gaza.