La crisis humanitaria en Gaza se ha agudizado a niveles alarmantes, con advertencias de múltiples agencias sobre una hambruna inminente.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró que “el hambre no disminuye porque no hay suficiente comida”, señalando que los 200 a 300 camiones que entran diariamente representan una fracción de los 600 necesarios. Esta escasez se ve agravada por la destrucción de infraestructura vial, que paraliza la distribución de la ayuda, especialmente hacia el norte del enclave, donde el Programa Mundial de Alimentos (PMA) reporta que la hambruna ya se ha instalado. La situación ha llevado a la población a racionar los alimentos por temor a que la tregua se rompa.

Las consecuencias son devastadoras para los grupos más vulnerables.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) informó que el 70% de los recién nacidos son prematuros y de bajo peso, y la tasa de mortalidad materna es alta, afectando a unas 11,500 mujeres embarazadas que padecen hambre. El relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Michael Fakhri, ofreció una de las condenas más severas, afirmando que “la ONU murió en Gaza” con la muerte de los primeros bebés por inanición a principios de 2024, calificando la situación como “el fracaso más profundo de la comunidad internacional en tiempos recientes”.