Ambas partes se acusan mutuamente de violaciones reiteradas, mientras continúan los incidentes violentos y las amenazas de reanudar la guerra a gran escala. La estabilidad en la región es precaria, con un ciclo constante de acusaciones y represalias que socavan el acuerdo de paz. El gobierno de Hamás en Gaza denunció 47 “violaciones graves y reiteradas” por parte de Israel desde el inicio de la tregua, que habrían resultado en la muerte de 38 palestinos y 143 heridos. Entre los incidentes más graves se reportó un ataque israelí contra un vehículo en el barrio de Zeitun que mató a 11 miembros de una familia, incluyendo siete niños, que intentaban regresar a su hogar. Hamás afirma que el ejército israelí ha abierto fuego casi a diario contra civiles que intentan cruzar la “línea amarilla”, la demarcación de retirada de las tropas.

Por su parte, Israel justifica sus acciones como respuestas a amenazas, afirmando haber atacado a “terroristas” en Jan Yunis y Rafah.

El ejército israelí anunció la reanudación del alto el fuego tras ejecutar “ataques significativos en respuesta a las violaciones de Hamás”.

Esta dinámica de tensión se ve amplificada por la retórica de los líderes. El primer ministro Benjamin Netanyahu ha amenazado con romper la tregua si no se cumplen los términos del acuerdo, mientras que el presidente estadounidense Donald Trump advirtió que Hamás será “erradicado” si rompe el pacto, aunque aclaró que las fuerzas de EE.

UU. no participarían directamente.