El principal objetivo de las visitas es supervisar y proteger el alto el fuego, ante la preocupación en Washington de que el primer ministro Benjamin Netanyahu pudiera anular el acuerdo. Sin embargo, la misión también aborda la controvertida cuestión de la anexión de Cisjordania. El presidente Donald Trump advirtió que Israel perdería el apoyo clave de Washington si procede con la anexión, una postura que Rubio reiteró al afirmar que “no es algo que podamos apoyar por el momento”. A pesar de la presión, el parlamento israelí ya ha comenzado a examinar proyectos de ley para ampliar la soberanía en la zona. La relación entre ambos aliados muestra signos de fricción. Vance reconoció la dificultad de la siguiente fase del plan, que incluye desarmar a Hamás, calificándola como una “tarea muy, muy difícil”. En respuesta a la intensa supervisión estadounidense, Netanyahu declaró que Israel “no es un protectorado de Estados Unidos” y que “es el único que decidirá sobre su seguridad”, reafirmando su autonomía en decisiones críticas a pesar de la alianza estratégica.