El costo humano de la ofensiva israelí en Gaza continúa ascendiendo, alcanzando cifras devastadoras. Según el último informe de las autoridades sanitarias del enclave, el número de muertos ha llegado a 68,234, mientras que los heridos suman 170,373, muchos de ellos con lesiones permanentes o amputaciones.

La ONU y otros expertos internacionales consideran fiables estos datos, aunque Israel los cuestiona sin proporcionar un recuento propio.

Un aspecto central de las denuncias es el perfil de las víctimas: la mayoría son civiles, con una proporción alarmantemente alta de mujeres y niños. La cifra de muertos ha seguido aumentando incluso después de la entrada en vigor del alto el fuego el 10 de octubre. El gobierno de Hamás reportó 88 muertes y 315 heridos desde el inicio de la tregua, atribuidos a violaciones del acuerdo por parte de Israel. Además, el recuento total se incrementa a medida que los equipos de rescate recuperan cuerpos de entre las ruinas de los edificios bombardeados. Se estima que alrededor de 10,000 personas siguen desaparecidas, presumiblemente sepultadas bajo los escombros, y su recuperación se ve obstaculizada por la falta de maquinaria pesada. Estas cifras son fundamentales para comprender la magnitud de la catástrofe humanitaria y sustentan las acusaciones de crímenes de guerra y genocidio presentadas en foros internacionales.