La diplomacia busca evitar una nueva escalada militar y avanzar hacia una paz duradera, aunque enfrenta la amenaza de una posible anexión israelí de Cisjordania. La administración de Donald Trump ha desplegado una intensa ofensiva diplomática para sostener el acuerdo de tregua en Gaza, vigente desde el 10 de octubre. Las visitas consecutivas de JD Vance, Marco Rubio, y los enviados especiales Steve Witkoff y Jared Kushner, subrayan la preocupación de Washington por la fragilidad del pacto. Vance reconoció que los siguientes pasos, como el desarme de Hamás y la reconstrucción, serían “muy difíciles”. Por su parte, Rubio se mostró “optimista” sobre el mantenimiento del alto el fuego y la posible creación de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF), aunque advirtió que su composición estaría sujeta al veto israelí. “Tendrán que ser personas o países con los que Israel se sienta cómodo”, precisó, mencionando que Israel podría oponerse a la participación de Turquía. En paralelo, el presidente Trump ha endurecido su retórica, amenazando con “erradicar” a Hamás si viola el acuerdo, aunque aclaró que las fuerzas estadounidenses no participarían directamente, sino que se recurriría a una coalición internacional.

Un punto crítico en las conversaciones ha sido el rechazo de Estados Unidos a los planes de anexión de Cisjordania. Tanto Trump como Rubio han advertido que dicha acción representaría una “amenaza al proceso de paz” y provocaría que Washington retire su apoyo clave, además de alejar a los países árabes involucrados en la normalización de relaciones bajo los Acuerdos de Abraham.