Esta afirmación fue reforzada al declarar que Israel y Estados Unidos son socios estratégicos, pero que su país “mantiene su independencia y toma decisiones soberanas”.

El veto más contundente fue dirigido a Turquía, reflejando el grave deterioro de las relaciones bilaterales debido a las duras críticas del presidente turco, Tayyip Erdogan, a la campaña militar israelí en Gaza.

La postura de Israel ha sido respaldada por su principal aliado. El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, afirmó durante su visita a la región que cualquier contingente internacional deberá estar compuesto por países “con los que Israel se sienta cómodo”. Esta condición otorga a Israel un poder de decisión fundamental en la configuración de la seguridad de la posguerra en Gaza, asegurando que solo ejércitos de naciones consideradas aliadas o neutrales puedan desplegarse en el territorio.