Tanto Trump como su secretario de Estado, Marco Rubio, han manifestado que tal medida pondría en serio peligro el frágil proceso de paz en Gaza y podría erosionar el apoyo estadounidense a Israel. La presión de Washington se intensificó después de que el Parlamento israelí (Knéset) aprobara en una lectura preliminar dos proyectos de ley para extender la soberanía israelí sobre el territorio palestino ocupado desde 1967. Durante su visita a Israel, el secretario Rubio calificó la votación como una “provocación deliberada de la oposición” con la intención de “sembrar la discordia” y avergonzar al primer ministro Benjamín Netanyahu. Rubio fue tajante al afirmar que la anexión “amenazaría” el acuerdo de paz y que Estados Unidos “no es algo que podamos apoyar por el momento”. Previamente, el presidente Trump había advertido en una entrevista que Israel perdería el apoyo clave de Washington si procedía con la anexión.
Esta postura fue reiterada por el vicepresidente JD Vance durante su propia visita, quien calificó los planes como una “maniobra política muy estúpida”.
La firme oposición estadounidense subraya la delicada situación diplomática, donde Washington intenta consolidar la tregua en Gaza mientras disuade a su aliado de tomar acciones unilaterales que podrían desestabilizar aún más la región y alienar a los socios árabes.












