La frontera norte de Israel ha experimentado una notable escalada de tensión, evidenciada por una serie de incidentes militares y diplomáticos que subrayan la volatilidad de la situación con Hezbolá. Uno de los eventos más significativos fue el derribo de un dron israelí por parte de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas en el sur de Líbano (FPNUL), lo que generó versiones contradictorias entre ambas partes. Según la FPNUL, el dron sobrevoló una de sus patrullas “de manera agresiva”, lo que obligó a los cascos azules a aplicar “contramedidas defensivas”. La misión de la ONU también reportó que, posteriormente, otro dron israelí lanzó una granada y un tanque disparó cerca de sus posiciones. Por su parte, el ejército israelí negó cualquier provocación, afirmando que el dron realizaba “actividades rutinarias de reconocimiento” y no representaba una amenaza.
Este incidente se suma a un clima ya tenso.
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, realizó una visita a la frontera acompañado de la enviada adjunta de Estados Unidos, Morgan Ortagus, para evaluar las actividades de Hezbolá. La visita se produjo el mismo día en que el ejército israelí confirmó haber abatido a dos miembros de Hezbolá en operaciones militares. Estos acontecimientos, que se producen en el contexto de enfrentamientos casi diarios desde octubre de 2023, demuestran que la frontera libanesa sigue siendo un foco de conflicto activo, donde cualquier error de cálculo podría desencadenar una guerra a gran escala.