Sin embargo, los informes desde Gaza pintan un panorama desolador para la población civil.

Según el Ministerio de Sanidad gazatí y la Defensa Civil palestina, los bombardeos han causado más de 100 muertes en una sola noche, entre ellas 46 niños y decenas de mujeres. En total, el número de muertos desde el inicio de la tregua el 11 de octubre ha ascendido a 266. Hamás condenó enérgicamente los ataques, acusando a Israel de “socavar” el acuerdo con el apoyo de Washington para imponer “nuevas realidades por la fuerza”.

La situación humanitaria se ha deteriorado drásticamente.

Testimonios desde el enclave describen una vida de agotamiento y desesperación. Sumaya Dalul, una residente de 27 años, relató que “la vida no tiene sentido” debido a la falta de dinero, trabajo, comida, agua, electricidad e internet. La población desplazada enfrenta la llegada del invierno sin refugios adecuados, ya que las FDI restringen la entrada de tiendas de campaña. La crisis económica se agrava por el bloqueo israelí a las transferencias de efectivo, lo que obliga a los ciudadanos a recurrir a intermediarios que cobran comisiones de hasta el 40%. A pesar de que Israel anunció la reanudación del alto el fuego tras los ataques, los residentes reportan explosiones aisladas y sobrevuelos de drones, manteniendo un clima de inseguridad y temor a una nueva escalada bélica.