Esto obliga a los residentes a hacer largas filas para conseguir agua.

La rutina diaria se ha convertido en una de supervivencia, con escasas opciones de alimentos como fideos instantáneos y galletas disponibles a precios exorbitantes. La situación humanitaria se ve agravada por el incumplimiento de Israel del acuerdo de ayuda negociado por Estados Unidos. Desde el inicio del alto el fuego el 10 de octubre, Israel solo ha permitido la entrada de 3,230 camiones de ayuda a Gaza, apenas el 24% de los 13,333 estipulados en el pacto. La situación del combustible es aún más crítica, con solo el 10% de la cantidad acordada (115 camiones de 1,100) autorizada a entrar. El gobierno de Gaza declaró que esto "refleja la continua política de restringir e interrumpir deliberadamente los suministros vitales de energía". La falta de combustible paraliza servicios esenciales como hospitales y panaderías. Para complicar aún más las cosas, el mando militar de Estados Unidos (Centcom) acusó a operadores de Hamás de "saquear un camión de ayuda", una acusación que Hamás niega calificándola de "desinformación".