El gobierno libanés, a través de su primer ministro Nawaf Salam, calificó la escalada de "extremadamente peligrosa" y aseguró que está movilizando apoyo internacional para frenar las hostilidades. Por su parte, Hezbolá rechazó cualquier negociación política con Israel y reafirmó su "derecho legítimo" a defenderse, aunque sostiene que ha respetado el alto el fuego. El movimiento chií considera las acciones israelíes como una "provocación calculada" para presionar a Beirut a favor de su desarme.