A un mes del inicio del alto el fuego entre Israel y Hamás, la situación en la Franja de Gaza permanece volátil, marcada por violaciones recurrentes del acuerdo, un flujo insuficiente de ayuda humanitaria y la incertidumbre sobre las fases futuras del plan de paz. El acuerdo, impulsado por el presidente estadounidense Donald Trump, entró en una fase frágil que, si bien permitió el retorno de la mayoría de los rehenes, no ha detenido la violencia. Hamás acusa a Israel de mantener “violaciones diarias y continuas”, señalando que desde el 10 de octubre los ataques israelíes han dejado 271 muertos, más del 90% de ellos civiles. Por su parte, el ejército israelí, que se ha retirado a la denominada ‘línea amarilla’ controlando más de la mitad de la Franja, justifica sus ofensivas alegando que las víctimas representaban “una amenaza inmediata”. El Ministerio de Sanidad gazatí reporta 242 palestinos muertos y 619 heridos por disparos israelíes desde el inicio de la tregua. La fragilidad del pacto se evidenció en dos jornadas críticas, el 19 y 28 de octubre, cuando Israel lanzó represalias por supuestos ataques de Hamás a sus tropas, causando alrededor de 150 muertes antes de reinstaurar el alto el fuego.
A esta tensión se suma una severa crisis humanitaria.
La ONU advierte que la entrada de ayuda es insuficiente, con Israel bloqueando materiales catalogados como “de uso dual”, lo que impide el ingreso de vehículos, paneles solares y generadores.
Aunque el acuerdo contemplaba 600 camiones diarios, el domingo solo ingresaron 270.
Mientras tanto, la segunda fase del plan, que prevé la desmilitarización de Gaza y el despliegue de una fuerza internacional, parece lejana, con el Parlamento israelí habiendo aprobado únicamente la primera etapa.
En resumenEl primer mes del alto el fuego en Gaza se caracteriza por una tregua precaria, con acusaciones mutuas de violaciones, un número significativo de muertes palestinas y una crisis humanitaria agravada por las restricciones a la ayuda. La desconfianza entre las partes y la falta de avance hacia la segunda fase del plan de paz mantienen la región en un estado de alta incertidumbre.