El ejército israelí justifica estas acciones argumentando que sus fuerzas responden a individuos que se aproximan a sus puestos o que representan una “amenaza inmediata”.

La tregua ha enfrentado momentos críticos que casi provocan su ruptura, como los días 19 y 28 de octubre, cuando Israel lanzó represalias por presuntos ataques de militantes de Hamás contra sus tropas, resultando en la muerte de alrededor de 150 personas en total. Además de los ataques directos, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han intensificado las demoliciones de viviendas dentro de la llamada “línea amarilla”, una zona de retirada acordada, y han sellado túneles en el sur de Gaza donde se cree que se ocultan combatientes. Esta constante actividad militar, sumada a la lenta implementación de los componentes humanitarios del pacto, mantiene a la región en un estado de alta tensión, con el temor latente de un reinicio de las hostilidades a gran escala mientras no se avance hacia la segunda fase del plan, que contempla la desmilitarización de la Franja.