El ejército israelí justificó su accionar afirmando que el grupo chií “continúa sus esfuerzos para rehabilitar la infraestructura terrorista en el sur del Líbano”.
Antes de los ataques, las FDI emitieron órdenes de evacuación “urgente” para edificios en varias localidades libanesas como Tayr Debba y Taybeh, instando a los civiles a alejarse al menos 500 metros. Sin embargo, los bombardeos se produjeron minutos después, dejando poco tiempo para la evacuación y causando al menos un muerto en Al Bissariyeh, según el Ministerio de Salud libanés. El primer ministro libanés, Nawaf Salam, calificó la situación de “extremadamente peligrosa” y anunció que su gobierno está movilizando apoyo internacional para “poner fin a la escalada”. Por su parte, Hezbolá rechazó cualquier negociación política con Israel y reafirmó su “derecho legítimo” a la defensa, aunque ha respetado en gran medida el alto el fuego.












