Sin embargo, la violencia no ha cesado.
Hamás acusa a Israel de “violaciones diarias y continuas”, reportando 271 palestinos muertos y 622 heridos desde el inicio de la tregua, cifras que el Ministerio de Sanidad gazatí eleva a 242 muertos. Un ataque con dron israelí en Khan Younis mató a dos personas, incluido un niño, bajo el argumento de que representaban una “amenaza inmediata”. Además, las fuerzas israelíes han demolido más de 1,500 edificios dentro de la “línea amarilla” de retirada, una acción que analistas consideran un intento de hacer inhabitable la ciudad de Gaza. La ayuda humanitaria sigue siendo insuficiente; de los 500 a 600 camiones diarios necesarios, el domingo solo ingresaron 270, y muchos artículos vitales son bloqueados por Israel al ser catalogados como de “uso dual”. La apertura del nuevo cruce de Zikim busca aliviar la situación, pero el paso clave de Rafah permanece cerrado. La tregua ha estado al borde del colapso en dos ocasiones, el 19 y 28 de octubre, cuando ataques de represalia israelíes dejaron unos 150 muertos.












