La instalación, cerrada en el pasado por no cumplir con los estándares mínimos, fue reabierta por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir. Según una investigación del diario The Guardian, la prisión de Rakefet, cuyo nombre en hebreo significa “flor de ciclamen”, mantiene a los reclusos en celdas, un patio de ejercicios y salas de reuniones con abogados completamente bajo tierra, privándolos de luz solar.

El Comité Público contra la Tortura en Israel (Pcati) ha denunciado que estas condiciones “infringen el derecho internacional humanitario y constituyen tortura”, advirtiendo sobre las “consecuencias extremas para la salud mental” que conlleva la reclusión prolongada sin luz natural. La prisión fue inaugurada a principios de la década de 1980 para albergar a peligrosos criminales israelíes, pero fue clausurada en 1985 por ser considerada inhumana. Sin embargo, tras el asalto de Hamás del 7 de octubre de 2023, el ministro de extrema derecha Itamar Ben-Gvir ordenó su reapertura.

Tal Steiner, director ejecutivo de Pcati, declaró que las condiciones para los palestinos en todas las cárceles israelíes son “horribles intencionadamente”, haciendo “muy difícil mantenerse íntegro cuando se está retenido en condiciones tan opresivas”. Esta situación se enmarca en un contexto de endurecimiento general de las políticas carcelarias, mientras persisten las tensiones en la región.