La construcción de las Líneas 4 y 6 del Metro se ha convertido en un punto central de tensión financiera y política en Nuevo León, debido a su elevado costo, su dependencia de la deuda pública y los problemas estructurales que han surgido durante su edificación. Para el ejercicio fiscal de 2026, el Gobierno estatal planea destinar 11 mil millones de pesos al proyecto, lo que representa el 80% de la nueva deuda solicitada al Congreso. El costo total contratado para ambas líneas asciende a 40 mil 244 millones de pesos, una cifra que legisladores de oposición critican duramente, señalando que el plan original contemplaba también la Línea 5 por un monto menor. El coordinador del PAN, Carlos de la Fuente, ironizó: “fíjense como con 30 mil millones de pesos íbamos a hacer la 4, la 5 y la 6; y ahora con 40 mil (millones) nada más vamos a hacer la 4 y la 6”. La diputada Lorena de la Garza ha denunciado un sobrecosto de más del 60% y una marcada opacidad en el manejo de los recursos. A la controversia financiera se suman problemas de infraestructura: se reveló que los pilotes de la Línea 4 obstruyeron un colector pluvial subterráneo, lo que habría provocado inundaciones en agosto.
Tras negar inicialmente el problema, el Estado lo reconoció y prometió una solución.
Ante esto, la Auditoría Superior del Estado (ASE) anunció que realizará un peritaje con un experto externo para evaluar los daños. Además, se ha cuestionado el uso de fondos del "impuesto verde" para financiar las obras del Metro, lo que los legisladores consideran un desvío de recursos destinados a combatir la contaminación.
En resumenLas nuevas líneas del Metro enfrentan un fuerte escrutinio por su alto costo financiado con deuda, acusaciones de sobrecosto y opacidad, y fallas de construcción que han dañado infraestructura pluvial, convirtiendo el proyecto en un foco de conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo.