Según las indagatorias, las víctimas fueron secuestradas en la colonia Los Venados, torturadas, degolladas y desangradas para usar su fluido en los rituales.

El objetivo del grupo, cuyos integrantes eran originarios de otros estados, era consolidar su control territorial en Tijuana mediante actos de violencia extrema disfrazados de prácticas religiosas. Durante los cateos realizados en su base de operaciones, la FGE encontró altares a la Santa Muerte, veladoras, figuras de metal, restos de animales y recipientes que contenían sangre humana.

Los detenidos ahora enfrentan cargos por homicidio calificado con ventaja, mientras las autoridades investigan su posible conexión con otros crímenes en la región.