Señaló que, aunque se mejore la eficiencia del sistema de distribución, donde se pierde cerca del 30% del agua por fugas, “de todas maneras hace falta más agua”. La mandataria explicó que la reutilización potable directa del agua de drenaje, una práctica que se realiza en otras partes del mundo, no es una opción actual para México. “No existe una norma de salud pública ni ambiental en México que permita que el agua negra se transforme en agua potable. Es algo que en todo caso se tiene que discutir”, afirmó. Aclaró que la normativa mexicana solo permite que el agua tratada se vierta en un cuerpo de agua antes de poder ser potabilizada, un proceso distinto al reciclaje directo. Por estas razones, el gobierno considera que la desaladora, cuyo proyecto está siendo revisado por la Secretaría de Medio Ambiente por su impacto ambiental, es “una opción viable”. La presidenta citó como precedente la desaladora que se construye en Los Cabos para justificar la necesidad de esta infraestructura en la frontera.